Me pidió que fuera, y allí estaba yo. Como una ilusa, delante de la puerta de su casa, con un millón de dudas y pensamientos yendo y viniendo de una parte de mi mente a otra. ¿Qué me querría decir?¿Para qué me habia dicho fuera hasta allí?. Por fin fui capaz de apretar el boton, y un agudo timbre resonó dentro de la casa, al igual que dentro de mi: un timbre que daba el comienzo a una nueva aventura, un timbre que marcó una X en mi calendario. Abrió rápidamente la puerta y me sonrió. Algo bueno iba a pasar.
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