- Ya te echo de menos.
- No tengo por qué irme. Puedo quedarme…
- Mmmm…
Durante un buen rato se hizo un silencio sólo roto por el golpeteo de mi corazón, rítmico como el de un tambor, la cadencia desacompasada de nuestras respiraciones y el susurro de nuestros labios mientras se movían de forma sincronizada. Algunas veces era muy fácil olvidar que lo estaba besando. Abrí los ojos y me encontré los suyos abiertos también, clavados en mi rostro. Nada parecía tener sentido cuando me miraba de esa manera, como si yo fuera el premio, en vez de la afortunada ganadora por pura chiripa.
- Definitivamente me quedo.
ola!
ResponderEliminarme gusta mucho tu blog!^^
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y recomiendame!
Muchas gracias =)
ResponderEliminarUN BESITO