Llevo tanto tiempo sintiendo que me falta algo que ya se ha convertido en costumbre. Me levanto con la mirada caída, esperando a que venga alguien y añada a mi menú esa pizca de sal agridulce que tanto necesita. Sin embargo pienso, ¿quién? ¿dónde está? ¿he de buscarlo o llegará solo?
Día tras día, la misma pregunta y el mismo menú sin terminar.
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